CULTURA DE LA ÉTICA FISCAL

La ética desde el punto de vista fiscal es un tema que se asemeja a un mito urbano, sabemos que existe pero no nos atrevemos a aplicarla en el cumplimiento diario de nuestras obligaciones fiscales.

Aunado a lo anterior, el mismo Estado ha sido omiso en fomentar una conducta ética en los contribuyentes, toda vez que se ha preocupado más por establecer políticas fiscales altamente recaudatorias y que sean cumplidas por medio de amenazas, coacción e incluso castigo, dejando de lado apelar al deber humano y solidario de contribuir para el sostenimiento de la sociedad en su conjunto.

Esto permite que el campo de la ética sea la herramienta idónea para desarrollar los mecanismos adecuados que cierren esta brecha y ayuden a crear una nueva cultura contributiva basada en valores.

Antecedentes

  1. En junio de 1980 el Comité de Ministros del Consejo de Europa emitió 10 recomendaciones, la denominada Declaración de Principios de Basilea, las recomendaciones fueron determinadas por el Comité de Reglas y Prácticas de Control de las Operaciones Bancarias.
  2. En diciembre de 1988 la Convención de las Naciones Unidas (ONU) contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 1988 (Convención de Viena) con la participación de 166 países se aprueban los acuerdos mismos que entran en vigor en 1990.
  3. En junio de 1989 continuando con la preocupación del fenómeno de lavado de dinero de procedencia ilícita, los jefes de Estado y gobierno de siete de las principales naciones industriales (G -7) y el presidente de la Comunidad Europea se reúnen en París para llevar a cabo la Cumbre Económica Anual y entre otras determinaciones proponen crear un Grupo Internacional dedicado exclusivamente a la lucha contra el lavado de dinero.
  4. En noviembre de 1990 el Consejo Europeo aprueba el texto de la Convención. El texto fue preparado por el Comité Europeo para los Problemas Criminale, y México tiene la calidad de observador desde diciembre de 1990.
  5. La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) se creó como una de las partes más importantes en la lucha contra el tráfico ilegal de estupefacientes y de las actividades del crimen organizado; su función es asegurar que los datos críticos se reciban y se provean a las personas que deben recibirlos para realizar, de manera útil y oportuna, los decomisos de las riquezas obtenidas de forma ilícita.

Lavado de dinero

La práctica de lavado de dinero en México es una situación que ha permanecido por ser aceptada por ambas partes, tanto por los contribuyentes como por las Instituciones Financieras que lo permiten.

Carlos Garcia-Pavia, director de Soluciones y Prevención de Lavado de Dinero de la firma LexisNexis, sostiene que la responsabilidad es de las Instituciones de Crédito, por ello emite la siguiente crítica:

“Si esa cultura (de cumplimiento de normas) y ética no está bien establecida desde los niveles más altos de la organización, se tienen casos como los temas que aparecen en los titulares de prensa, en donde no es que la tecnología les haya fallado o que los controles no hayan existido, las prácticas de negocio fueron inadecuadas para mantener el control de transparencia y la nitidez del negocio.” (El Semanario, 2015)

Adam Kronk, especialista en liderazgo ético en el Centro Deloitte de Notre Dame, EU (El Semanario, 2015), sostiene que la lucha por mantener la ética en operaciones financieras es individual, ya que, si cada individuo fuera consiente y responsable de los códigos de conducta de la organización a la que pertenecen, el actuar fuera de los mismos debería ser considerada una conducta atípica, lo cual, en la realidad, se considera una conducta normal el no respetar las códigos de conducta de las organizaciones.

La Red de Control de Crímenes Financieros (FinCEN por sus iniciales en inglés) afirma que, el control también depende de la forma en que los reguladores financieros ataquen el problema, llegando a proponer no solo multas por actuaciones alejadas de la ética, sino también sanciones a nivel corporativo como es la división de las compañías al considerar que grandes estructuras son incapaces de administrarse de forma ética, favoreciendo así, que estas de dividan en pequeñas entidades en donde se pueda apreciar el tratamiento ético del corporativo.

Podemos afirmar que el verdadero problema radica en la omisión de la aplicación ética corporativa en las organizaciones, así como la ausencia de valores demuestra que las personas consideran normal el trabajar sin una escala de valores y consideran que esta situación es no esencial para el desempeño de su trabajo.

Ética contributiva

La Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (PRODECON) ha manifestado que esta situación se ha mantenido porque el contribuyente ha dejado de lado el visualizar el cumplimiento de sus obligaciones fiscales como un deber humano y moral más allá del fin económico que este representa.

Se debe considerar al acto humano de contribuir como un deber social, un deber de solidaridad en relación con la sociedad dentro del marco de la moral tributaria y ciudadana entendiendo que la contribución no debe ser concebida como un beneficio individual, sino colectivo, para no solo dimensionar el aspecto económico de las contribuciones de cada contribuyente.

Sin embargo, todas las administraciones tributarias han dejado de lado el aspecto ético en el cumplimiento de las obligaciones fiscales, pues ejercen presión sobre los contribuyentes cumplidos y dejando a un lado a los contribuyentes incumplidos, los que forman parte del sector informal, mandando un mensaje a los que viven fuera de la moral tributaria, quienes son recompensados en lugar de los que actúan de manera ética en el cumplimiento de sus obligaciones fiscales.

Por otro lado, se observa que el Estado no trabaja en fomentar la cultura contributiva con actos transparentes y legítimos, lo que hace es que las personas no sientan la confianza de contribuir porque no tienen la certeza del destino de cada una de sus contribuciones, esto se convierte en una completa ausencia de transparencia en favor del contribuyente.

Es por ello que la PRODECON propone los siguientes compromisos éticos del contribuyente:

  1. El contribuyente debe obrar de acuerdo con los principios éticos y morales de la recta razón.
  2. El contribuyente tiene la obligación moral de informarse sobre sus responsabilidades fiscales, sus obligaciones y derechos.
  3. El contribuyente tiene el derecho de conocer el destino de sus aportaciones, de manera clara y transparente, pero con la conciencia de que no le corresponde en lo personal una contraprestación específica.
  4. El contribuyente cumplido debe reconocer que su participación lo hace solidario con su comunidad.
  5. El contribuyente honesto es coautor del bien común.
  6. El contribuyente justo es partícipe de la distribución de la riqueza de México y colabora en el desarrollo integral del pueblo mexicano

Conclusiones

  1. Existe una completa ausencia en lo que respecta en considerar a la ética como un elemento indispensable para el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
  2. Se observa una mayor conducta antiética en lo que respecta a las Instituciones Financieras y la laxitud de la forma en que trabajan, ha abierto espacios para que los contribuyentes sigan actuando de una manera poco ética.
  3. Las Administraciones Tributarias no han fomentado el comportamiento ético de los contribuyentes debido a la falta de transparencia con la que tratan las contribuciones.
  4. Los contribuyentes no son conscientes de que el cumplimiento de sus obligaciones fiscales responde a un compromiso humano más que económico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

es_ES